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sábado, 18 de enero de 2020

Ruta de los Acantilados

La ruta discurre por los acantilados marinos del Puig de la Llorença donde podemos disfrutar de magníficas vistas. El comienzo del recorrido, de unos 2 kilómetros, se sitúa en la Cala Moraig, en el término de El Poble Nou de Benitatxell y termina en la Cala Llebeig.



Aquí podemos observar la Falla del Moraig, zona de especial interés geológico.


A lo largo del recorrido encontraremos diferentes cuevas- refugio construidas a finales del siglo XIX y principios del XX. Los usuarios ocasionales de estas cuevas eran pescadores y agricultores. También fueron utilizadas por contrabandistas que esperaban ocultos la llegada de laúdes o balandros cargados de tabaco, telas, etc. Las cuevas todavía conservan el nombre de sus propietarios: Cova de les Morretes, Cova Domingo L'Abiar, Cova Pepet del Morret, Cova del Morro del Bou, Cova Toni el Senyalat...



Estas cuevas fueron construidas con piedra seca y mortero. La Cova de les Morretes tiene varias estructuras: vivienda, horno para cocer pan y pesebre para los animales.




En la Cala Llebeig encontraremos un antiguo puesto de vigilancia de carabineros, desde donde controlaban el contrabando, utilizado hasta hace poco por la Guardia Civil.


Cala dels Testos. En la Cova dels Testos se ponían tiestos para recoger agua del goteo.


Morro Falquí y abajo la pequeña y hermosa Cala dels Testos.


Un precioso paseo, muy recomendable, entre los acantilados y el mar...

sábado, 1 de noviembre de 2014

El día de Difuntos de 1836


(...)   
Dirigíanse las gentes por las calles en gran número y larga procesión, serpenteando de unas en otras como largas culebras de infinitos colores: ¡al cementerio, al cementerio! ¡Y para eso salían de las puertas de Madrid!

Vamos claros, dije yo para mí, ¿dónde está el cementerio? ¿Fuera o dentro? Un vértigo espantoso se apoderó de mí, y comencé a ver claro. El cementerio está dentro de Madrid. Madrid es el cementerio. Pero vasto cementerio donde cada casa es el nicho de una familia, cada calle el sepulcro de un acontecimiento, cada corazón la urna cineraria de una esperanza o de un deseo.  (...)


–¡Necios! –decía a los transeúntes–.  ¿Os movéis para ver muertos?  ¿No tenéis espejos por ventura?   (... )   ¡Miraos,  insensatos,  a vosotros mismos,  y en vuestra frente veréis vuestro propio epitafio!  ¿Vais a ver a vuestros padres y a vuestros abuelos,  cuando vosotros sois los muertos?  Ellos viven,  porque ellos tienen paz;  ellos tienen libertad,  la única posible sobre la tierra,  la que da la muerte;  ellos no pagan contribuciones que no tienen;  ellos no serán alistados ni movilizados;  ellos no son presos ni denunciados;  ellos,  en fin,  no gimen bajo la jurisdicción del celador del cuartel;  ellos son los únicos que gozan de la libertad de imprenta,   porque ellos hablan al mundo.  Hablan en voz bien alta y que ningún jurado se atrevería a encausar y a condenar.  Ellos, en fin,  no reconocen más que una ley,  la imperiosa ley de la Naturaleza que allí les puso,  y ésa la obedecen.  (...)


¿Y este mausoleo a la izquierda?  «La armería.»  Leamos:
«Aquí yace el valor castellano,  con todos sus pertrechos».
Los Ministerios:  «Aquí yace media España;  murió de la otra media».   (...)
Más allá: ¡Santo Dios!, «Aquí yace la Inquisición, hija de la fe y del fanatismo: murió de vejez». Con todo, anduve buscando alguna nota de resurrección: o todavía no la habían puesto, o no se debía de poner nunca.   (...)
¿Qué es esto? ¡La cárcel!  «Aquí reposa la libertad del pensamiento.»  ¡Dios mío,  en España, en el país ya educado para instituciones libres!  Con todo,  me acordé de aquel célebre epitafio y añadí involuntariamente:
Aquí el pensamiento reposa,                  
en su vida hizo otra cosa.


Puerta del Sol.  La Puerta del Sol:  ésta no es sepulcro sino de mentiras.
La Bolsa.  «Aquí yace el crédito español».  Semejante a las pirámides de Egipto,  me pregunté,  ¿es posible que se haya erigido este edificio sólo para enterrar en él una cosa tan pequeña?
La Imprenta Nacional.  Al revés que la Puerta del Sol,  éste es el sepulcro de la verdad.  Única tumba de nuestro país donde a uso de Francia vienen los concurrentes a echar flores.
La Victoria.  Ésa yace para nosotros en toda España.  Allí no había epitafio,  no había monumento.  Un pequeño letrero que el más ciego podía leer decía sólo:  «¡Este terreno le ha comprado a perpetuidad,  para su sepultura,  la junta de enajenación de conventos!»

¡Mis carnes se estremecieron!  ¡Lo que va de ayer a hoy!  ¿Irá otro tanto de hoy a mañana?


Los teatros.  «Aquí reposan los ingenios españoles.»  Ni una flor,  ni un recuerdo,  ni una inscripción.
«El Salón de Cortes».  Fue casa del Espíritu Santo;  pero ya el Espíritu Santo no baja al mundo en lenguas de fuego.
Aquí yace el Estatuto,                 
vivió y murió en un minuto.   (...)


Pero ya anochecía, y también era hora de retiro para mí.  Tendí una última ojeada sobre el vasto cementerio.  Olía a muerte próxima.  Los perros ladraban con aquel aullido prolongado,  intérprete de su instinto agorero;  el gran coloso,  la inmensa capital,  toda ella se removía como un moribundo que tantea la ropa;  entonces no vi más que un gran sepulcro:  una inmensa lápida se disponía a cubrirle como una ancha tumba.

No había «aquí yace» todavía; el escultor no quería mentir; pero los nombres del difunto saltaban a la vista ya distintamente delineados.


«¡Fuera –exclamé– la horrible pesadilla, fuera! ¡Libertad! ¡Constitución! ¡Tres veces! ¡Opinión nacional! ¡Emigración! ¡Vergüenza! ¡Discordia!» Todas estas palabras parecían repetirme a un tiempo los últimos ecos del clamor general de las campanas del día de Difuntos de 1836.


Una nube sombría lo envolvió todo.  Era la noche.  El frío de la noche helaba mis venas. Quise salir violentamente del horrible cementerio.  Quise refugiarme en mi propio corazón, lleno no ha mucho de vida,  de ilusiones,  de deseos.
¡Santo cielo!  También otro cementerio.  Mi corazón no es más que otro sepulcro.  ¿Qué dice?  Leamos.  ¿Quién ha muerto en él?  ¡Espantoso letrero! « ¡Aquí yace la esperanza!»
¡Silencio,  silencio!

El Español,  n.º 368,  2 de noviembre de 1836.


Mariano José de Larra
El día de difuntos de 1836
Fígaro en el cementerio


Texto completo
(Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)

jueves, 19 de diciembre de 2013

Tecnología


...el proyecto, disponible para smartphonesAndroid e iOS, "ofrece información geoposicionada de la situación del cortejo de Sus Majestades de Oriente, lo que permite conocer a tiempo real en qué punto del recorrido se encuentran la Estrella de la Ilusión y los Reyes Melchor, Gaspar y Baltasar. Además, la aplicación muestra el itinerario completo de la Cabalgata, así como el listado de los personajes que componen el cortejo y las fotografías de las carrozas preparadas para comenzar su camino, que se subirán el mismo día 5 de enero"..., se puede leer el nombre y la biografía de las diferentes personas que protagonizan este año la fiesta..., incluye también una lista de los nacimientos vinculados con la Asociación de Belenistas..., ofrece datos sobre dónde adquirir dulces típicos navideños de conventos y monasterios..., también se podrán leer los comentarios que circulen por la red a través de Twitter...
Fuente
¡Feliz Navidad con vuestro Smartphone!

domingo, 6 de enero de 2013

Mi regalo de Reyes

De un tiempo a esta parte me he dado cuenta de que lo que lo que más feliz me hace es echarme al monte o a la playa...
Así que hoy he decidido regalarme este paseo. La Torre del Xarco y su entorno hace años que me tiene atrapada..., pero nunca había estado a sus pies, tocado sus piedras centenarias... (Lo que habrán visto!)


Las vistas son espectaculares... No sé aún muy bien por qué (y que no me oigan los especuladores...), esta zona permanece casi virgen. Sin tener que subir mucho se tienen hermosas vistas de las montañas que nos circundan... Serra Gelada, Puig Campana, Bèrnia, Aitana, Cabeçó d'Or...

La Torre del Xarco desde su vertiente oeste, detrás, el Puig Campana. 

Abajo, las mejores aguas para bañarse y bucear... 

La Torre vista desde el sur. 

La vigilanta de la Torre. 
(Sólo que ella prefiere mirar a tierra, por si algún conejito...) 

Con estas vistas hemos almorzado. Imaginad..., en manga corta, un sol maravilloso, en una mano un bocata de tortilla de verdura con gambas, en la otra una cerveza... ¿Hay mejor regalo?

La Torre en su frente este. 

La siguiente torre vigía hacia el este, la Torre del Aguiló. (Al fodo Benidorm y Serra Gelada)

La anterior, hacia el oeste, ya en el término de El Campello, la Torre de Reixes. 
(A la derecha el "Pueblo Acantilado"...) 

En el agua también había gente disfrutando... canoas, buceadores... ¡Vaya color tenía el agua!




Gracias Manuel y Palomas, ¡no os imaginais lo que me gustó vuestro regalo de Nochebuena...! 
Lo he colocado donde antes tenía la televisión...¡Qué diferencia!
(Manuel, ¡qué bonita has sacado a la Torre del Xarco!)

jueves, 3 de enero de 2013

Benidorm

La Cala de Finestrat y el Tossal de la Cala, aproximadamente años 50. 

La Cala de Finestrat, el Tossal y la Playa de Poniente, 2013. 


Vistas de Benidorm, en primer plano la playa de Poniente, a continuación el puerto y el pueblo. 
Al fondo la playa de Levante y Serra Gelada.  

Unos datos para la reflexión:
"En 1962 la Contribución Urbana (actual IBI), se transforma del 13% al 85%, pasando a ingresar el Ayuntamiento por este concepto de 2.050 pesetas a 2.258.775 pesetas..."

 Vista de la playa de Levante y Serra Gelada en la actualidad.

El casco antiguo, con su iglesia y castillo.

(¡Premio para el que encuentre la iglesia!) 

Desde el mirador del castillo vista del puerto y de la playa de Poniente, al fondo el Puig Campana.

Vistas de Benidorm desde Serra Gelada. 
Años 50
Años 60
 Años 70
2005 
Playa de Levante, 1 de enero de 2013.
(en el centro la torre Lúgano, con sus 158 m.)


(Al fondo el Penyal d'Ifac)

La silueta inconfundible del Puig Campana...
(El Bali ya no es el más alto, sólo mide 186 metros.)

Le supera la torre In Tempo, con sus 200 metros de altura y 52 plantas. 

Isla de Benidorm al atardecer.

Para historias de gigantes, ahí va la bonita leyenda del gigante Roldán:

"El gigante Roldán se enamoró de una bella dama a la que amó profundamente. 
Sin embargo la amante cayó enferma y sólo parecía sobrevivir con los rayos del sol. 
Roldán, desesperado, asestó un tremendo golpe a la montaña del Puig Campana (cuya hendidura es visible y famosa) y el trozo viajó al mar formando L'Illa. Así demoró la puesta del sol durante unos minutos. 
Más tarde llegó el inevitable final y el gigante temido llevó el cuerpo de la mujer hasta la isla para que allí descansara dejándose ahogar a su lado sin dejar de cogerle la mano."

Playa de Poniente y Tossal de la Cala al atardecer.

Siempre nos quedará la luz mediterránea, sus albas y sus ocasos..., el cielo, la mar...
(Será quizá que por ello muchos son los que la quieren disfrutar..., 
                                                y sea por eso lo de las colmenas...)