sábado, 31 de diciembre de 2011

En esta Nochevieja...

"... A la luna creciente le pido, entre otras cosas, la sorpresa. Pero ¿se la pido se veras, o sólo porque sé que no me la concede? ¿Qué es la sorpresa?: ¿algo que nos coge desprevenidos? Pues dudo que me guste. Prefiero seguir avanzando por el camino que voy. No sé si es el mejor, ni si seré el equivocado; pero ya no me queda tiempo de cambiar, ni siquiera de sentarme un ratito a preguntarme si voy bien o voy mal, o adónde me conduce... Lo más que me propongo en esta nochevieja es sacar un balance. En dos sentidos de la palabra: confrontación del activo y el pasivo para averiguar el monto del caudal, y también el movimiento que inclina de un lado o de otro. Inclinarme sí,; desarraigarme, no. Yo sobrevivo como las cañas de ahí abajo junto al río: viene el viento y se achantan, las mece y las aterra; y ellas esperan que pase el viento para izar sus penachos poco a poco, con humildad y paciencia. La virtud de la docilidad es la más útil en el arduo paisaje de la vida. Ni aguardo novedades, ni las quiero. No radicales, por lo menos. Ya no aspiro a ser otro, sino a profundizar en éste- medio decepcionado, medio desilusionado, y solo- que he conseguido ser...

... De vez en cuando, un beso; de vez en cuando, prolongar la noche y ver cómo rosean despacio los levantes de la aurora; de vez en cuando, perder ligeramente la cabeza y fingir que se pierde mucho más. Pero que de ahí no pase. No turbulencias, no invasiones de atilas, no séptimos cielos desde los que la costalada es apoplética, no infinitas promesas. Siento pereza de acometer lo insólito; no tanto por insólito, sino precisamente porque no lo sea: porque acabe, lo mismo que lo sólito, en un humo de pajas. No es que me de miedo entreabrir los ojos por vez primera en un paisaje nuevo, ante unos ojos nuevos; ni acariciar un cuerpo insospechado y súbito.; ni emprender una ruta recién amanecida. No es eso; lo que me da miedo es que ni el paisaje, ni los ojos, ni el cuerpo ni la ruta sean lo suficientemente originales...

...Con los largos amigos con que cuento me sentaré ante el fuego. Ellos no van a sorprenderme ni a exaltarme, no me van a desolar ni a enardecer. Hablaremos de nuestras cosas con sosiego en esta nochevieja que no se transformará de pronto en nochenueva: proyectos iniciados, trabajos por concluir, balance y balanceo, de caño al coro como de costumbre...

... En esta nochevieja estrecharé las manos de mi gente; acariciaré el cuello de mis perros, el lomo de mis libros habituales. Ellos -amigos, libros, perros- son los releídos, los que tanto me hablaron con sus voces pacíficas, los que no se apartaron de mi lado cuando estaba más solo, cuando nadie más que los desprovistos me asistía, cuando esperaban todos de mí lo que no tuve nunca, cuando se evaporó el amor como un bello rocío de la mitad de la mañana de oro, y se nublaba el sol y anochecía. Ellos han sido mi único soporte y mi única certeza; el único activo real de mi balance. Lo otro son distracciones, socaliñas, gente de paso inquieta e impaciente, vanos bestseller que se arrumban, perros ajenos a los que se da el pan que va a perderse. Para ellos y para mí no hay años nuevos: siempre es el mismo año, la misma vida luminosa y fructífera, la misma soledad sonora que se sabe escuchar y se comparte. ¿Qué sentido podría tener, entre nosotros, felicitar un año cada año, si nos estamos viendo, oyendo, adivinando, queriendo cada día?"

Antonio Gala
La soledad sonora; El balance, nochevieja de 1989 (fragmento)










viernes, 23 de diciembre de 2011

Garcilla bueyera

La mayoría de garzas y garcillas se alimentan de peces, pero la Bueyera es muy especial, ya que sigue a los animales grandes (vacas, ovejas y cabras) para alimentarse de los insectos ahuyentados por sus pezuñas. También se alimentan en los campos recien arados, buscando presas en los surcos y en los montones de desperdicios. También come ranas, reptiles y ratones.
Muchos días tengo el placer de verlas, siguiendo al rebaño de ovejas y cabras que suele pasar con cierta periodicidad, o descansando en un lugar alto (un montículo, una valla, arbustos y árboles...). También las he visto a menudo entre el asfalto y las urbanizaciones costeras, en los alrededores de zonas rurales próximas, junto a antiguas huertas y bancales de cultivos.
Hoy he conseguido acercarme bastante a un pequeño grupo sin que levantaran el vuelo; limpiaban sus plumas y tomaban los primeros rayos de sol.
Ha sido todo un placer para mí captar estos instantes.




Bubulcus ibis, Esplugabous, Lertxuntxo itzain, Garza boieira

viernes, 9 de diciembre de 2011

Cuando empieza el día...

La mente del hombre busca hacia afuera todo el día.
Cuanto más lejos llega,
tanto más se opone a sí misma.
Sólo aquellos que miran hacia adentro,
pueden censurar sus pasiones,
y cesar sus pensamientos.
Pudiendo cesar sus pensamientos,
sus mentes devienen tranquilas.
Tranquilizar la mente es nutrir el espíritu de uno,
nutrir el espíritu es retornar a la Naturaleza.

(Antiguo poema taoísta)









miércoles, 7 de diciembre de 2011

Tigresa

Hoy cuando he vuelto a casa he visto en la camita de la perra un pellejo de animal; pelo negro, rechupeteado, relamido..., ¿qué había pasado?
Primero pensé en un gatito negro que rondaba por aquí..., pero enseguida descarté la idea, el pelo no era de gato y la Xiki no estaba arañada...
La cuestión no se me iba de la cabeza... Estaba en ello cuando recordé haber visto por las cercanías un lindo conejito oscuro y manso... (me extrañó, los autóctonos son marrones y mucho más espabilados) La Xiki iba atada, que si no...
¿Pero cómo se había metido el supuesto gazapo en mi casa de altos muros?

Esta gata atigrada se llama Moisés; bueno, ese fue su primer nombre recien salvada de las aguas,... le llamamos Moi. Con frecuencia (demasiada) trae a casa lo que caza; salamanquesas, lagartijas, serpientes, ratas, ratones, pájaros, musarañas..., y en una ocasión un conejito. Muchos de ellos aún vivos, por lo que si estoy atenta en muchas ocasiones se han podido salvar de sus fauces...

Y lo peor es que la comprendo, la admiro por conservar su instinto...

Ahora imagino a las dos, a la perra y a la gata, pasándose un día chupi a costa de un tonto conejo humanizado...
Puede que la explicación sea otra..., pero esta me cuadra.
(Ya he revisado bajo las camas y en otros rincones donde a veces me encuentro los restos de la caza)
Snif!

martes, 6 de diciembre de 2011

Cielos de diciembre

Yo no soy yo

Soy este que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pié cuando yo muera.

Juan Ramón Jiménez