Una de las causas de las numerosas muertes de delfines listados y calderones la tiene un virus muy potente llamado morbillivirus, un organismo patógeno que está afectando a los delfines listados desde hace años. En 1990 miles de cetáceos perecieron a causa de esta enfermedad.
Dicho virus se combinó con la presencia de elevados niveles de contaminantes en el cuerpo de los delfines, especialmente de bifenilos policlorados (PBC), que fueron encontrados en concentraciones superiores a las 800 partes por millón. En los mamíferos, concentraciones superiores a las 100 a 200 partes por millón producen problemas reproductivos y en el desarrollo óseo. Además estos contaminantes tienen un fuerte efecto inmunodepresor y se cree que las elevadas concentraciones de contaminantes hicieron que se convirtieran en más susceptibles a los efectos del agente infeccioso.
Parece ser que este virus muta y afecta a distintas especies de mamíferos marinos; marsopas, ballenas, calderones y sobre todo delfines son los más afectados.
Se trata de un virus similar al del sarampión humano o el del moquillo del perro... Morbillivirus en cetáceos
El delfín listado (Stenella coeruleoalba) es la especie más abundante de Mediterráneo noroccidental y por ahora no corre excesivo peligro, pero estos altos niveles de contaminantes pueden llegar a poner en duda su supervivencia, ya sea favoreciendo el desarrollo de futuros estallidos epidémicos, reduciendo la eficacia reproductiva de la población o aumentando la tasa de mortalidad.
Informes de necropsias de animales marinos nos alertan sobre la presencia de ingentes cantidades de plásticos en los estómagos de estos animales.
“El mamífero los caza pensando que son calamares, y como la cantidad de estos residuos en aguas del Mediterráneo occidental es muy importante, puede ocurrir a menudo”, explica Renaud de Stephanis, investigador en el Grupo de Ecología Marina Aplicada de la Estación Biológica de Doñana.
Es lo que le ocurrió a un cachalote de 4.500 kilos, varado en marzo de 2012 en una playa granadina. Los investigadores hallaron una gran masa compacta de plásticos en el primer compartimento del estómago, pero no encontraron restos frescos de calamares, y sus intestinos estaban vacíos. Había muerto por una ruptura gástrica tras inanición.
Entre plásticos de invernadero (un total de 26), cuerdas (9 metros), bolsas negras de cultivo, macetas, mangueras y otros deshechos como tubos de helados, garrafas y bolsos, el cachalote ingirió un total de 17,9 kilos de residuos.
El doloroso final de este cachalote es compartido por otros mamíferos marinos. Los técnicos encontraron 7,5 kilogramos de plásticos en un zifio, “el gran barrendero del océano, ya que se sumerge a más de 1.000 metros de profundidad. En su intestino y estómago los plásticos estaban embutidos como si fueran carne”. Se encontraron botes de refresco, bolígrafos, sacos de transporte de patatas y todo tipo de plásticos, incluso rígidos, dentro de los animales.
En enero de 2007 más de 50 bolsas de plástico típicas de supermercado y bolsas negras de basura obstruyeron el pequeño estómago de un delfín moteado (Stenella frontalis), de poco más de metro y medio de longitud, y le provocaron la muerte.
Datos entresacados del interesante artículo Delfines en la mesa de autopsias
El pasado lunes 18 de marzo tuve la desagradable sorpresa de encontrar un delfín (me atrevo a decir listado...) muerto en la orilla de la playa. No os recomiendo este tipo de hallazgos..., dan mucho que pensar.
(Me gustaría conocer el resultado de su autopsia, saber de qué murió... Aunque después de pasar un buen rato investigando sobre el asunto, me ha venido a la mente ese refrán que dice: "Entre todos la mataron y ella sola se murió".
Uf, ahí os dejo esto..., para la reflexión.
2 comentarios:
Triste, muy triste.
Un abrazo,Transi.
Mil gracias Tejón por tu compañía!
Comprendo que no es una de mis mejores entradas y da "cosa" decir algo... Por eso tiene mucho más valor tu comentario.
Un abrazo .
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