miércoles, 25 de julio de 2012

Los adultos y los niños


Este es un verano atípico, la crisis nos ocupa y nos preocupa. Así que estamos más en sacar cuentas que en otras cosas. Los tonos graves invaden las conversaciones y la cotidianidad está atravesada por esta situación que nos tiene perplejos, indignados y acogotados. Y mientras los adultos hablamos de los dineros, los trabajos y las hipotecas, los niños permanecen afincados en la vida de placer sin cortapisas a la que les hemos invitado por esta tendencia cada vez más arraigada con la que funcionamos y que les presenta el mundo como un auténtico paraíso, en el que no caben penas, faltas, ni prohibiciones y en el que la ley queda reducida al "me apetece o no me apetece".
Tanto en los discursos actuales sobre la infancia, como en las prácticas de crianza se están colando elementos que valdría la pena considerar por las repercusiones que están teniendo en los comportamientos de nuestros niños. Hay un concienzudo empeño en que no sufran, que no les falte de nada, que no se frustren, que no se traumen. En cambio no se les pide, o al menos no con la suficiente convicción, que traten bien a las personas, que no desperdicien la comida, que echen una mano a quienes lo necesiten, que saluden, que respeten la vida, que acaten las normas...
Los razonamientos de los adultos se extreman entre este nirvana del "dejar hacer": poca ley y mucho obsequio de juguetes, televisión y máquinas de juego; y justamente lo contrario: exigencias que demandan a los niños saberes y excelencias varias, porque los tiempos vienen duros y "para sacar la cabeza, hay que ser el mejor". Es decir, o "haz lo que quieras", o "hazlo todo y que además esté perfecto". O las dos cosas a la vez. Con la variante más reciente de la "autorregulación", que resucita un estilo de hace décadas en el que se otorga a los niños la posibilidad de decidir sobre los pormenores y "por mayores" de sus vidas con la excusa de que así se les respetan las libertades. Discursos contradictorios que conviven en estos momentos de incertidumbre, dejando entre paréntesis al descuidado sentido común. Parece que estamos haciendo durar en exceso aquellas reacciones contra la educación autoritaria que vivimos en un momento histórico determinado, y que, revestidas de un falso democratismo, borran los lugares y papeles diferenciados de padres e hijos, adultos y niños, maestros y alumnos. Parece que hemos perdido el norte y con tanto ocuparnos, pretendemos que nuestros niños se críen solos, como si se nos olvidara que un niño no se hace en un día. Parece que nos cuesta sostener nuestro lugar de adultos. Y todo este desconcierto está provocando en los niños descolocación, confusiones y conductas desajustadas. Como éstas:
Un niño de cuatro años llama su madre para que mire lo que está haciendo. Ella le dice que no puede ir y le ofrece ponerle la televisión, o dejarle la "Play". ¿Sustitutos, nuevas nodrizas?
Una niña de tres años sólo quiere comer rabanitos y yogur. Los padres dicen que "ella sabe lo que necesita", que "se está autorregulando". ¿Corresponde a un niño de esta edad decidir sobre su cuerpo y sus necesidades?
Unos niños arrancan plantas en un jardín. Nadie interviene. Los vecinos no se atreven a decir nada por temor a la reacción de los padres y los niños cada vez se muestran más envalentonados ¿Por qué se les permite lo que no está permitido?
Una familia está de compras en un centro comercial. Los niños piden un juguete y al decirles los padres que no se lo compran, les gritan y les insultan ¿Cómo ha llegado a generarse esta confusión?
Un grupo de preadolescentes boicotean un concierto que se está celebrando en una plaza pública. Los asistentes les piden que dejen de hacer ruido y ellos responden arreciando su comportamiento, escupiendo y tirando chicles a los que les han dicho algo. La gente opta por marcharse ¿Por qué necesitan estos chicos hacer una llamada de atención tan poco respetuosa?
Tendríamos que volver a coger las riendas. Es importante que acompañemos a los niños en la construcción de su andamiaje emocional, que les expliquemos las cosas con claridad, que les escuchemos, estemos cerca... y que les paremos los pies cuando les haga falta. Ofrezcámosles cariño y ley, ese binomio de salud válido para cualquier situación por muy difícil que sea. Y que sea pronto.

Hemos soltado las riendas - Mari Carmen Díez Navarro (Maestra y psicopedagoga Escuela Infantil Aire Libre) (Publicado en Diario Información de Alicante, miércoles, 25 de julio de 2012)
“Tal vez lo más difícil de la paternidad no fuera vigilar la conducta de los niños, sino vigilar la conducta propia de los padres, ya que el método que usaban los padres para la enseñanza de sus hijos era hacerles observar detenidamente la conducta de los adultos. Los niños lakotas, que poseían un gran vigor natural y que tenían las facultades muy desarrolladas gracias al contacto con la naturaleza, lo percibían todo a través de sus ojos y sus oídos. Así pues, los padres lakotas, al igual que los demás adultos, estaban sometidos a un examen continuo de su conducta y de sus conversaciones. De ahí que tuvieran que actuar de la forma más digna y ejemplar posible."
Luther Standing Bear (Jefe Oso Erguido) Sioux Oglala
Del libro:
Cuando la hierba es verde El niño indio

6 comentarios:

Mª José dijo...

Muy buena y necesaria reflexión que merecía un comentario largo y pausado que he escrito en el blog.
Gracias y felices vacaciones.

Transi Robles dijo...

Gracias Mª José, genial entrada la tuya.
Te he dejado comentario.
Un abrazote.
Enlazo tu entrada:
http://enredaenredando.blogspot.com.es/2012/07/esas-palabras-que-curan.html

Guillermo García-Saúco Sánchez dijo...

Jelou wuan mor taim, Transi.
Mientras leía este texto, no he podido evitar recordar un capítulo de un libro que leí el año pasado ("La tierra del águila moteada", de Standing Bear) en el que hablaba de cómo criaban a los niños los indios sioux. Sí. Y luego he seguido leyendo y resulta que tú habías puesto un texto del mismísimo Oso Erguido. Genial.

Bueno, no te puedes imaginar cómo de diferente me siento cuando miro a los demás jóvenes, no a todos, claro está, pero a muchos.

Todo está dicho.
Un abrazo.

Transi Robles dijo...

Sí, estoy de acuerdo contigo, eres muy diferente a la mayoría de los jóvenes, sobre todo por el alto grado de conciencia ambiental que tienes..., además de algo que no sé bien definir..., una especie de don..., que presagia grandes cosas...
(Y no te rías que hablo en serio)
Y me encanta la coincidencia en el gusto por las palabras de los indios americanos... (Ya vi en tu blog la carta-respuesta a quien quería comprar sus tierras. Es tan emocionante ese texto que jamás he sido capaz de leerla sin acabar llorando.)
Hace años que tengo el libro sobre el niño indio y enseguida, como tú, me vino a la mente. Me pareció un buen contraste con la carta de la maestra.
Me encanta verte por aquí!!!
Un besazo.

Unknown dijo...

estoy trabajando en ello...siempre me veo desde un agujerito muy lejano pecando cuando trato estos temas...me aterra la falta de profundidad, es tan extenso, hay tantos padres y madres, diferentes educaciones recibidas, y algunas de ellas para cogerlas con las puntitas más alejadas de nuestros dedos y airearlas cienes y cienes de veces...podría a bote pronto verificar que una gran parte de nuestros infantes son consolainómanos, y a la hora de comer todos a la mesa jjjjj y cuando seas padre comerás huevos y no debes hacer esto porque si no...me parecen sistemas muy adecuados para empatizar con los pequeños, pero sinceramente no creo que resida el asuntillo en esos cables...más bien en como entendemos nuestra relación con nuestros pequeños, que deseamos vorazmente (existe un padre o madre que no ame vorazmente a sus hijos???) para su futuro, aceptarlo y conseguirlo...pero amiga, el ser humano tiene una gran capacidad para el autoengaño y es ruínmente perezoso en este entorno esperpéntico-democrático-social, y extremadamente infeliz...son muy diversos los deseos y sueños de cada ser humano singular, pero creo firmemente en un sentido común universal, al que todos tratamos de evitar por nuestra propia inseguridad...ves lo que decía al principio, me dejo cienes y cienes de aspectos por tocar, miles de gritos por salir, me paso lo mismo cuando en mi cabeza arreglo un país, una región, un planeta, demasiadas variables y la tendencia obsesiva del ser casihumano en tergiversar todo lo escrito en beneficio de su no atención a su sentido común más universal, lo cual genera niveles de infelicidad inaceptables...voy a ver a mi pequeño que está echándose una partidilla, después de una mañana en la playa...me encanta el mar, quiero morir en el mar, nunca pero en el mar...

Transi Robles dijo...

Hola Luis, enriquecedor comentario!
La verdad es que hay muchos padres y madres, y situaciones muy diversas, y..., y... Pero no debemos olvidar nunca que hace mucho más nuestro ejemplo que las palabras... Cuando estamos con ellos, los niños, hemos de saber que todo se oye y se ve desde sus grandes ojos abiertos al mundo..., y que son esponjas... Y no sólo los padres, todos aquellos que tengamos cerca a nuestros muchachitos debemos tenerlo en cuenta. Ya sé que somos muy imperfectos..., todos.
En fin, que está bien que se hable del tema, que oigamos a los demás, que analicemos las circunstancias y las consecuencias... Totalmente de acuerdo con lo de "Consolainómanos", y "pantallófilos", y "movildependientes" y ...
Me gusta cómo dices lo que piensas..., y me ha encantado que te extendieras... Es un comentario para releer varias veces... Muy interesante.
Un achuchón!