Era una preciosa barrita de pan reciente, sacado del horno tan sólo hacía dos horas… En su interior se divisaban los reflejos dorados del buen aceite de oliva… Entre las dos rebanadas, unas buenas lonchas de jamón…
El muchachito de 12 años decía que tenía puesto un aparato en los dientes y esto le dificultaba comerlo…y además tenía prisa, ese día se jugaba la final de… El manjar, en un visto y no visto, acabó en una papelera…
Rápidamente a mi mente llegaron las impresionantes palabras de Miguel Hernández en su Nana de la cebolla… “En la cuna del hambre mi niño estaba…”
"Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que he hecho, ya que aqui no hay para mí otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme..."
...Y afirmé para mis adentros: “Ojalá éstos no tengan nunca que saber lo que es el hambre”
Luego he oído las cifras del paro… También me han llamado de la Cruz Roja para contarme la desesperación de muchas familias... Después he oído que algunos tienen puente hasta el jueves…, y que se esperan “miles de desplazamientos”…
He encontrado esta canción de Sabina, “Más de cien mentiras” en la que se resume mi estado de ánimo…
"Tenemos un techo con libros y besos,
tenemos el morbo, los celos, la sangre,
tenemos la niebla metida en los huesos,
tenemos el lujo de no tener hambre.
...
Tenemos el mal de la melancolía,
la sed y la rabia, el ruido y las nueces,
tenemos el agua y, dos veces al día,
el santo milagro del pan y los peces."
Joaquín Sabina
(Menos mal que mañana me voy al monte, espero por el camino dejar mis pesadumbres…)