sábado, 17 de septiembre de 2016

Luna, mar, ojos, lontananza...


Piedra y flor, beso y hueso.
Luna, mar, ojos, lontananza.

Almendro y primavera.

Malvavisco, jardín,
aurora, poesía...


¿Y qué son estos golpes
de voz sino infinitas
formas de pronunciar el mundo,
que es el sol, que es la tierra y el aire,
que es el sueño, el amor y la belleza?


Nombres y cosas, arquetipos,
multiplicados ecos, explosiones
constantes de la vida.


Aguas que anegan el espacio
de los sentidos
hasta alcanzar el palpitante
borboteo del corazón.

Sangre que viene de la luz
y que en la luz se sacia.


¿A qué esperas, entonces,
vocablo en duermevela,
para darte al amor y a la aventura,
para poner tu juventud,
necesitada de conquistas,
en posición abierta de despegue?


Yo soy el incansable
pregonero de tu victoria,
en la que creo ciegamente
porque es también la mía.

Estímulo
"Gotas de hielo - Mariano Estrada



viernes, 9 de septiembre de 2016

Doremos la luz de cada día...




Sonreír con la alegre tristeza del olivo.
Esperar. No cansarse de esperar la alegría.
Sonriamos. Doremos la luz de cada día
en esta alegre y triste vanidad del ser vivo.

Me siento cada día más libre y más cautivo
en toda esta sonrisa tan clara y tan sombría.
Cruzan las tempestades sobre tu boca fría
como sobre la mía que aún es un soplo estivo.

Una sonrisa se alza sobre el abismo: crece
como un abismo trémulo, pero valiente en alas.
Una sonrisa eleva calientemente el vuelo.

Diurna, firme, arriba, no baja, no anochece.
Todo lo desafías, amor: todo lo escalas.
Con sonrisa te fuiste de la tierra y del cielo.


 Sonreir con la alegre tristeza del olivo   
Miguel Hernández










domingo, 4 de septiembre de 2016

Silencio, Amanece




Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes

a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.

¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande

para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.

La oración del ateo -  Miguel de Unamuno